2018: el año de las huelgas aéreas. Causas, efectos y predicciones

Llevamos un año especialmente conflictivo para los pasajeros de avión europeos. Durante 2018 se han producido tantas huelgas aéreas como en los últimos cinco años. Estas huelgas han afectado a más de un millón de pasajeros, perturbando sus vacaciones o planes de viaje. Cuando te encuentras en una situación así, el primer pensamiento es que alguien tiene que ser el responsable. ¿Pero quién tiene la culpa?

Los miembros de la tripulación y los pilotos de varias aerolíneas, unidos por sus sindicatos, han organizado huelgas alegando que las compañías aéreas maltratan a sus empleados y que sus condiciones de trabajo son degradantes. La crisis financiera de 2008 tuvo un gran impacto en el transporte aéreo, reduciendo el número de pasajeros, los vuelos y, en consecuencia, los ingresos. Como respuesta a la crisis, las aerolíneas optaron por reducir los salarios de la tripulación, algo que en ese momento parecía una solución razonable.

Sin embargo, en los últimos años ha habido un rápido repunte del número de pasajeros. Como resultado, la carga de trabajo de los pilotos y miembros de las tripulaciones también ha aumentado. Sin embargo, esto no se ha reflejado en los salarios de los trabajadores de las aerolíneas. Como no se han buscado soluciones a este problema, han estallado las huelgas. Desde luego, la huelga debería ser el último recurso en los conflictos entre los sindicatos y las aerolíneas. Sin embargo, no está claro si ambas partes han agotado previamente sus opciones o bien se ha optado por las huelgas como la manera más fácil de conseguir las demandas de los sindicatos. Aún queda otra pregunta importante: ¿cuál es el impacto de estas huelgas?

En general, las huelgas pueden tener diferentes efectos según la antelación con la que se anuncien. Los pilotos de Irlanda están obligados a anunciar las huelgas con al menos 7 días de antelación, mientras que los pilotos alemanes pueden hacerlo tan solo 24 horas antes. Las reglas más laxas son las de los Países Bajos, donde los pilotos pueden ir a la huelga con un preaviso de 12 horas, lo cual impide que los pasajeros afectados tengan tiempo de reorganizar sus planes de viaje.

Las últimas huelgas han estado bien coordinadas: se han elegido días de mucho tráfico aéreo para provocar los mayores trastornos y descontento posibles, las tripulaciones han hecho huelga durante más tiempo, y las huelgas han sido internacionales, con la adhesión de pilotos de varios países. Esta coordinación es esencial para atraer la atención de los medios de comunicación. Las huelgas de gran repercusión exponen a la luz de la opinión pública las condiciones injustas que las han provocado y muestran la magnitud del impacto que este tipo de acciones pueden tener en las ganancias de las aerolíneas.

Más de 1,8 millones de pasajeros se han visto afectados por las huelgas en 2018. En el caso de Lufthansa, afectaron a 90.000 pasajeros; en el caso de TAP Air Portugal, a 55.000; y en el caso de Vueling, a 37.000. Aunque las huelgas más destacadas fueron las de Air France y Ryanair, que afectaron a 1,2 millones y 287.000 pasajeros, respectivamente, los cuales vieron alterados sus planes de viaje.

La principal petición de los miembros de la tripulación de Air France era un aumento salarial del 6%. Esta exigencia se ha rebajado a un 5,1% de subida inmediata en los últimos meses. Pero dichas demandas no se han satisfecho hasta la fecha, por lo que los sindicatos amenazan con convocar aún más huelgas. En el caso de Ryanair, los sindicatos presentaron una lista detallada de 34 peticiones que incluían un aumento salarial, mejores prestaciones por enfermedad y permisos de maternidad o paternidad, y un horario de trabajo más estable para los pilotos y miembros de las tripulaciones. Ryanair no aceptó las demandas, alegando que sus salarios son competitivos y no tiene por qué incrementarlos. Además, como respuesta a la última huelga de finales de septiembre, Ryanair anunció el cierre de dos bases (una en Alemania y otra en los Países Bajos), con el consiguiente despido de los pilotos y miembros de las tripulaciones que trabajan en ellas.

Las huelgas sindicales tienen un enorme impacto financiero para las aerolíneas. A principios de agosto, se hizo público que los 15 días de huelga realizados por los empleados de Air France de febrero a mayo disminuyeron en 335 millones de euros los beneficios de todo el grupo Air France-KLM. La IATA espera que las aerolíneas europeas obtengan en 2018 unos beneficios de 7.400 millones de euros, lo que rebaja su previsión anterior que cifraba las ganancias en 9.800 millones de euros. Aún así, la cifra es superior a los 6.900 millones de euros que las aerolíneas europeas obtuvieron en 2017. Mientras tanto, el sindicato Unite de Gatwick acaba de anunciar tres huelgas de 48 horas los días 20 de noviembre, 26 de noviembre y 21 de diciembre; esta última fecha parece claramente elegida para afectar a los desplazamientos navideños.

Las huelgas suponen pérdidas no solo para las aerolíneas, sino también para los pasajeros. La mayoría de las aerolíneas reembolsan los billetes o ayudan a los pasajeros a cambiar sus planes de viaje, pero… ¿qué ocurre con las indemnizaciones por la afectación de los vuelos? El artículo 5(3) de la directiva EU261/2004 establece una regla clara: una compañía aérea solo está exenta de pagar indemnizaciones si puede acreditar que la cancelación del vuelo fue provocada por circunstancias extraordinarias que no hubieran podido evitarse incluso si se hubieran tomado todas las medidas razonables.

Las huelgas se consideran un ejemplo de este tipo de circunstancias extraordinarias. Sin embargo, en 2008, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) aclaró el Considerando 14 de la directiva, en el que se recoge una lista indicativa de los casos que pueden considerarse circunstancias extraordinarias, en función de los hechos de un caso relevante (caso Wallentin-Hermann, C 549/07). La sentencia fue validada de nuevo en abril de 2018, cuando el Tribunal presentó una prueba para evaluar si una huelga debe considerarse una circunstancia extraordinaria en el caso TUIfly (Helga Krüsemann y otros contra TUIfly GmbH, unido a los casos C-195/17, C-197/17 a C-203/17, etc.). El TJUE estipuló que, para considerarse una circunstancia extraordinaria, la huelga no debe ser, por su naturaleza u origen, inherente al ejercicio normal de la actividad de la aerolínea y tiene que hallarse fuera del control real de las compañías aéreas.

En julio de 2018, la Autoridad de Aviación Civil del Reino Unido (CAA) emitió una declaración con respecto a las consultas de los pasajeros de Ryanair sobre la afectación de sus vuelos, alentando a los viajeros a reclamar indemnizaciones cuando los empleados de la empresa se declaren en huelga. “Observamos que el reciente conflicto laboral no ha sido provocado por los empleados de Ryanair en el Reino Unido, pero la opinión de la Autoridad de Aviación Civil del Reino Unido, teniendo en cuenta fallos anteriores de los tribunales, es que cuando la cancelación de un vuelo está causada por una huelga de los empleados de la aerolínea, la compañía debe pagar una indemnización a los pasajeros afectados por la cancelación de sus vuelos, si no les ha avisado como mínimo dos semanas antes de la hora de salida programada”, concluyó la CAA. Por su parte, el director de marketing de Ryanair, Kenny Jobs, se aferra a la idea de que el paro de los pilotos fue una “huelga innecesaria” y la aerolínea insiste en que los paros escapan a su control, por lo que rechaza cualquier reclamación de ese tipo.

Días después de la última huelga de septiembre, la aerolínea de bajo coste anunció el cierre en noviembre de dos bases, una en Eindhoven (Países Bajos) y la otra en Bremen (Alemania), además de la reducción de su flota en Niederrhein (Alemania). Arthur van de Hudding, presidente del sindicato de pilotos holandeses VNV, calificó esta medida como “una declaración de guerra”. “Si la dirección de Ryanair cree que cerrar bases es una solución rápida y barata para los conflictos laborales, y los tribunales de los Países Bajos lo ven de manera diferente, eso significa que la aerolínea es ingenua en el mejor de los casos, o busca la confrontación en el peor de los casos”, aseguró. Ryanair afirma que estas acciones “son una respuesta pequeña pero necesaria a las condiciones adversas”, como las huelgas y el aumento de los precios del petróleo.

El sector de la aviación se encuentra actualmente en una encrucijada. La dirección que las aerolíneas elijan seguir en los próximos meses determinará el futuro del transporte aéreo civil. Debido al rápido aumento de la demanda de vuelos asequibles, las aerolíneas deben centrarse en asegurarse de que este proceso sea lo más fluido y eficiente posible. Este enfoque debería basarse en la gestión del personal y la cooperación con los aeropuertos: si una parte de la ecuación falla, todo el proceso está en peligro. Para los aeropuertos resulta más difícil adaptarse al aumento de los flujos de pasajeros debido a su capacidad limitada. Pero las aerolíneas que trabajan de forma eficiente y sin conflictividad laboral pueden ayudar a los aeropuertos a adaptarse a estos crecientes volúmenes de pasajeros. Y es aquí donde se pone de manifiesto la importancia de la satisfacción de los trabajadores aéreos. Un estudio de la Universidad de Warwick señala que la satisfacción laboral se traduce en un aumento del 12% en la productividad de los empleados. Esto podría suponer un incentivo adicional para que las aerolíneas resuelvan sus conflictos laborales.

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